Mi destino es esconderme. Desaparecer en los espacios quietos, suspendidos, para que tú puedas entrar en ellos y encontrarme. Sólo si quieres.
Y, si el sonido del reloj de cuco te sobresalta, podrás pensar en la huida, pero la vuelta a la realidad se antoja demasiado oscura, casi pastosa.
Prefieres quedarte aquí, en un conmigo sin mí. Y, a veces, desaparecer tú también. Flotar tocando mi techo para, luego, decidir que tu mundo está en observarme desde abajo.
Así transcurren plácidos nuestros días: yo atrapada detrás de las paredes, tú preso de la curiosidad que, finalmente, nos juega una mala pasada.
A los dos. Porque la realidad es que deseo convertirme en una superestrella como tú. Despego mi espalda del yeso y lucho contra todo lo que soy.
A los dos. Porque la realidad es que deseo convertirme en una superestrella como tú. Despego mi espalda del yeso y lucho contra todo lo que soy.
Hago MUCHO ruido. Lo pongo todo patas arriba y corro y brillo hasta que no alcanzo a ver nada. Ni soberbia, ni cobardía. Ni amor, ni justicia.