Hay un abismo.
Te asomas.
No ves el fondo.
Tú estás a un lado.
Nadie más contigo.
No te basta.
O sí...
No.
Lo que quieres ofrecer no te lo puedes dar a ti.
Te convertirías en alguien despreciable.
Más de lo que ya lo eres.
Cuando te atreviste a cruzar, todo eso cambió.
Ahora estás de vuelta.
Quién sabe por cuánto tiempo.
Pero tratas de escapar.
Y cuanto más lo intentes, menos sabrás por qué.
La edad no te hace más paciente, sino un cabeza-hueca.
Te paras.
Escuchas.
Hielo en las pestañas.
El mundo es horrible.
Necesitas un rescatssssssshhh!!
No lo digas!
Podrían oírte!
Te odiarían por esto.
O peor.
Necesitas mantenerlo en un secreto repugnantemente sexy.
Para que, algún día, haya de nuevo puentes levadizos.
Y te amen.
Aunque sólo sea un instante.
Como tú lo haces con todos ellos desde la gélida, cristalina distancia.
3 comentarios:
No me perdono a ver leído esto con tan poco detenimiento la primera vez.
Simplemente, si esto es tuyo, es realmente bueno.
será suficiente con que no te perdones las patadas a la gramática castellana...
Me se fue la olla, sí.
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