22/11/12

SEMINCI Recap Parte 3: Rarezas


Entre una proyección intensa de las que te dejan los ojos rojos y otra de las que te sumen en una flotante sensación de malestar, se agradece que haya en la Seminci un hueco para las bizarradas palomiteras - como la super gore Cronos, de un temprano Guillermo del Toro - o para intros primas-hermanas del teatro del absurdo - como el corto canadiense (a más no poder) The Pedestrian Jar.

Sin embargo, quiero acabar mi personal recorrido por el Festival Internacional de Cine de Valladolid de este año con la maravillosa historia de Marina Abramovic, una rareza en sí misma por la obstinación y la coherencia que la artista ha demostrado durante sus casi cuatro décadas de actividad.

El documental Marina Abramovic: The Artist Is Present realiza un recorrido por la figura indiscutible de la dama del arte contemporáneo combinando imágenes de archivo de sus primeras obras con material grabado durante la preparación y ejecución de su última performance, la más exigente de su carrera: 700 horas frente al público a lo largo de tres meses con motivo de su primera exposición retrospectiva en el MoMA de Nueva York.


Si creéis que las lágrimas del público en este tráiler son una exageración de la autoridad escénica de Marina Abramovic, es que os falta la misma información que a mí sobre las intenciones de la artista antes de ver el documental. La presencia de Abramovic funciona aquí como un espejo que revela el interior de las personas que se miran en él y, lo más fascinante, ese efecto traspasa la pantalla del cine y se contagia a los espectadores.

El momento álgido del filme llega cuando Ulay, compañero de performance de la artista durante su primera época y gran amor de su vida, viaja a Nueva York para asistir a la exhibición y encontrarse de nuevo con ella, cara a cara, después de 30 años.

 Marina Abramovic: The Artist Is Present

La historia de Marina y Ulay no es en absoluto convencional. Ambos nacieron el mismo día y, como si el universo se hubiera conjurado para reunirlos y cumplir así una misión secreta del destino, deciden emprender un camino juntos para encontrar la verdad del ser humano a través del arte de la peformance: su arte. En aquellos años se trataba de una forma totalmente nueva y radical de entender la vida y la obra de un artista, y la llevan a cabo sin remisión: establecen su domicilio en una furgoneta que deambula por toda Europa, tejen su propia ropa, viven con agricultores con los que comparten tareas. La performance no daba para más, pero creían en su poder con todas sus fuerzas.  

Después de diez años en los que "viven tres vidas de una pareja normal" y se consumen con intensidad carnívora, ponen un épico (e icónico) broche final a su relación recorriendo la gran muralla china de punta a punta hasta encontrarse el uno frente al otro. Tras la despedida, ambos prosiguen por separado. 

Me interesa esta parte del relato porque expresa como ninguna otra la grandeza de Marina Abramovic: si su compañero en este mundo ya no quiere explorarlo con ella, la única manera de seguir adelante sola es traspasar todos los límites que marcaba la vida en común. La entereza y valentía que hacen falta para afrontar un escenario de libertad total y aceptarlo como propio me abruman de una forma que no puedo explicar e inspiran mi respeto más absoluto. Yo de mayor quiero ser como ella.
 

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